No cabe duda que a Petro le duele la muerte del menor en el Cauca y las de los palestinos, pero al ser tan vocal frente a estas últimas y quedarse mudo frente a la primera da pie a que lo controviertan.
“En Irán deben estar tuiteando sobre el Cauca”, escribió con socarronería un tuitero en X. Y otro respondió: “y en Palestina”. Hacían referencia al presidente Gustavo Petro que suele lanzar una lluvia de mensajes en esa red social cuando se trata de la guerra en la Franja de Gaza, pero que a la hora de condenar la trágica ola de violencia en Cauca el mandatario parece ser más parco.
Podría uno decir –sin dejar la ironía al lado– que la crítica que le hacen es exagerada, porque el presidente Petro sí le ha dedicado trinos a este drama humanitario que se vive desde el viernes pasado cuando se agravó la violencia en el Cauca. Ha publicado dos trinos. El lunes en la mañana escribió: “Es inaceptable la situación en el Cauca. No toleraremos que se siga atemorizando a la población con atentados terroristas” y anunció un consejo de seguridad permanente. Y ese mismo lunes en la tarde publicó el otro: “La ofensiva contra el EMC (Estado Mayor Central) en el Cauca es total”.
Lo que definitivamente no le salió bien al Presidente es que no dijo ni mú sobre la bomba con la que estos criminales, en la carretera que va al municipio de Miranda (Cauca), acabaron con la vida de Esteban Villafañe, un niño de 10 años y dejaron gravemente herida a su mamá. El mandatario terminó dándoles así la razón a quienes lo critican porque no se explica su silencio sobre el caso del niño Villafañe, sabiendo que apenas unas semanas antes, el 13 de abril, le exigía a una periodista condenar la muerte de los niños en Palestina: “Condenó la muerte de cualquier niño por la guerra. ¿Tú, Vicky, lo hiciste?”.
No nos cabe duda que al presidente Gustavo Petro le duele tanto la muerte del menor en el Cauca como las muertes de los palestinos, pero al ser tan vocal frente a estas últimas y quedarse prácticamente mudo frente a la primera da pie para que lo controviertan.
Imagen tomada de Razón Pública
Más allá de lo que se dice o se omite en ese mundo virtual de las redes sociales, lo que importa es la guerra de verdad que está matando personas de carne y hueso y está arrinconando y sacando de su terruño a las comunidades en el norte de Cauca y en el sur del Valle. Lo que está pasando es muy grave: en menos de 24 horas, al comienzo de esta semana, ese grupo criminal denominado EMC atacó a diez municipios y las embestidas se vienen agudizando desde la semana pasada. Atacaron a Cajibío; mataron a dos indígenas en Caldono; destruyeron la estación de policía en Morales y pusieron una bomba en un hotel en Jamundí; arremetieron contra Jambaló y Corinto; hostigaron a Dagua y atacaron con explosivos a Suárez, la patria chica de la vicepresidenta Francia Márquez; además del trágico bombazo en el que murió el niño Villafañe.
En esta zona, se concentra hoy el mayor número de las llamadas disidencias de las FARC en toda Colombia. Operan cuatro columnas –la Dagoberto Ramos, la Jaime Martínez, la Carlos Patiño, y el recién creado nuevo bloque occidental–, todas de la banda de alias Iván Mordisco (EMC). Y como si fuera poco, también están la Nueva Marquetalia y unidades del ELN.
Hay que decir que la violencia en el Cauca no comenzó durante el gobierno de Gustavo Petro –y también, que parece que tampoco va a terminar con él–. Pero lo que sí ha pasado es que durante este gobierno la zozobra se ha agudizado y se ha creado tal ambiente de caos que se ha convertido en el mejor caldo de cultivo para que la violencia avance a una velocidad asustadora.
La estrategia de paz total del presidente Gustavo Petro ha dado resultados tremendamente adversos. Un investigador de la guerra en ese territorio le dijo a EL COLOMBIANO: “Durante mucho tiempo las disidencias pudieron hacer y deshacer por los ceses bilaterales. Mientras se dieron esos ceses bilaterales seguían matando líderes sociales y reclutando jóvenes. Cumplían el cese frente al Ejército, pero a la población civil la seguían matando y seguían y siguen ganando terreno”. La Asociación de cabildos indígenas del Norte del Cauca denunció que 817 menores indígenas han sido reclutados ilegalmente por estos grupos armados.
La Defensoría presentó un informe según el cual durante los ceses al fuego la presencia de las dos disidencias de las FARC aumentó en 50 municipios, el ELN en 40 y el Clan del Golfo en 20. Por otro lado, la senadora opositora Paloma Valencia denunció en el Congreso que “Colombia tiene hoy más o menos 16.000 hombres en armas, lo que significa que volvimos a los periodos de antes del acuerdo de La Habana”.
¿Qué se debe hacer? Es crucial que el presidente Gustavo Petro tome decisiones drásticas, su proceso de paz no va para ninguna parte, no tiene sentido negociar con estructuras criminales, ni darles la idea que se pueden expandir sin que el Estado les ponga freno alguno. En la medida en la que estos grupos criminales no se combaten con todo el peso de la autoridad y de la ley siguen creciendo y pueden poner en jaque al Estado.