Por: Santiago Zambrano Simmonds
Cuando Juan Carlos López asumió como alcalde, después de un gobierno polémico, tenía todo para reconciliar a gobernados con gobernantes y con el eslogan de “Yo creo en Popayán” invitaba esperanzadoramente a que por fin se iban a privilegiar los intereses de la ciudadanía pero la realidad fue otra. Me explico en 5 puntos:
1) La actualización catastral de Popayán era necesaria, estoy de acuerdo, pero de haber creído en Popayán y sus gentes, habría convertido al municipio en “Gestor Catastral”, lo cual le habría dado la oportunidad de contratar geógrafos, sociólogos e ingenieros de la región e independizarnos de la paquidermia del Agustín Codazzi. Además, desde la planeación y la hacienda habría sido una gran herramienta pues casi que en tiempo real cada proyecto que se hiciese en la ciudad sería levantado catastralmente de manera inmediata.
Pero más grave es que cualquier variación, y que las hay muchas, entre las áreas reportadas por el informe del IGAC y las del Certificado de Tradición deben ser aclaradas por el ciudadano, es decir la carga de la prueba se la trasladaron a la persona lo cual puede detener en el futuro todo el mercado inmobiliario y fomentar la ilegalidad.
2) Es sabido que en la medida que las condiciones ambientales y orográficas lo permitan, las ciudades deben ser redondas y compactas. Popayán pudiéndolo ser, sucede lo contrario, una ciudad dividida en dos, que en vez de utilizar la Variante como una frontera física para desarrollarse hacia adentro, los alcaldes con artimañas jurídicas e irrespetando el POT han ido cambiando el uso de suelos volviendo tierra rural en urbana sin ninguna justificación técnica y lo que ahora hay, son unos apéndices a la derecha de la Variante en sentido norte-sur que no responden a una planeación sino más bien a motivos que desconocemos los ciudadanos pues todos tenemos claro que tierra hay y está entre la Variante y el Río Cauca.
Visualizo el tema con un ejemplo actual: Las tierras que van hacia los cementerios las están volviendo urbanas sin ninguna consideración ambiental ni de infraestructura existente. No tengo duda que en poco tiempo padeceremos un monumental trancón para enterrar nuestros muertos y los residentes para salir; y fuentes de agua como por ejemplo Río Blanco convertida en otra cloaca tal como sucedió con los riachuelos paralelos a la vía al Bosque después de su desarrollo desordenado. Se repite la historia.
3) No se ve una estrategia para mejorar la movilidad, semáforos abandonados y guardas más preocupados en sancionar que en ordenar el tránsito.
Ahora bien, exceptuando las del Sistema Estratégico de Transporte (SETP), no se han anunciado grandes obras para mejorar el flujo excepto la dispuesta por ley de la República denominada “Avenida de los Próceres” la cual unirá la Variante con la Autopista. Su trazo inicial era unir el sector de Montemayor con la entrada a la Hacienda Belalcazar para después conectarla con la Sexta por el Gabriela Mistral, quedando conectadas Variante – Autopista – Carrera Sexta y evitar así el trancón de la Piedra Norte. Inexplicablemente trasladaron su trazado y ahora saldrá más abajo, por las canchas cercanas a Torremolinos, es decir desembocará en otro trancón y sin conexión con la Sexta. ¡Increíble pero cierto!
Para rematar después de tantos años de espera, la doble calzada a Santander de Quilichao, anunciada en 2.011 inició obras, pero no hubo ningún liderazgo ni de gobernadores ni alcaldes durante este lapso, para que el proyecto iniciara en la variante sur y no en el norte. Mientras que aparece ese liderazgo, tendremos que acostumbrarnos a las muertes semanales a lo largo de la Variante.
4) Pese a Popayán estar llena de atractivos turísticos jamás será “destino turístico” si se continúa tratando así el Centro Histórico que es el ancla. Desafortunadamente aún no hay un norte respecto a los vendedores ambulantes, al futuro del Centro Comercial Anarkos, al parqueo, la movilidad y la seguridad.
5) El alumbrado y los servicios derivados que se pueden prestar implementando nuevas tecnologías son de la mayor importancia para la sostenibilidad de una ciudad pues se crean infinidad de herramientas para mejorar el ordenamiento económico y ambiental.
Hace 8 años varios ciudadanos estuvimos oponiéndonos a la prórroga del contrato de alumbrado y después de demostrarle al alcalde de aquel entonces las bondades que tenía prestarlo directamente no hizo caso y prefirió prorrogarlo. El actual alcalde valiéndose de argumentos pesimistas similares a los de entonces o de cuando nos quitaron Cedelca, nos empeñó por 30 años creando una empresa donde imperará una visión utilitarista y no de ciudad. Y aún más triste es que para ese cometido tuvo la aquiescencia unánime del Concejo Municipal.
Lo que se hizo es peor que la entrega del servicio de aseo a particulares, casi equiparable a lo de Cedelca y su trato hacia la ciudadanía fue creernos una sociedad vergonzante con mentalidad apocada. Mucho le faltó creer en el talento local, en darnos un mensaje de optimismo de que “si podemos” y el haberlo hecho con conocimiento de causa, es por lo menos, reprochable.
Finalmente, “Creer en Popayán” no es tomarse fotos como si fuera presidente de un club cívico, es generar confianza haciendo obras tangibles e intangibles de trascendencia. Ojalá lo haga en éste año que le queda.