Petro y su discurso en la ONU: entre la polémica y la viabilidad de su propuesta

Un llamado contundente

Durante su intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, sorprendió a la comunidad internacional al proponer la creación de un “ejército de salvación mundial” con el propósito de liberar a Palestina. Según su planteamiento, se trataría de un bloque militar internacional integrado por países que rechacen lo que calificó como un genocidio en Gaza, y que actuaría al margen del poder de veto del Consejo de Seguridad.

En un evento paralelo, Petro incluso manifestó que estaría dispuesto a participar personalmente en la causa y mencionó la posibilidad de convocar voluntarios colombianos para apoyar la defensa de Gaza, lo que desató una oleada de críticas y titulares.

Obstáculos conceptuales y jurídicos

La propuesta de Petro enfrenta barreras de gran magnitud. La ONU, hasta ahora, solo ha desplegado operaciones militares bajo la figura de los cascos azules, regulados y autorizados por el Consejo de Seguridad. Eliminar el derecho a veto y trasladar decisiones de este calibre a la Asamblea General sería un giro institucional de enormes proporciones que hoy no cuenta con precedentes viables.

Además, cualquier intervención militar internacional toca de frente el principio de soberanía estatal. Sin el consentimiento explícito de los países involucrados, un ejército de este tipo correría el riesgo de ser catalogado como una fuerza invasora, lo que generaría mayor confrontación y rechazo diplomático.

Falta de respaldo internacional

Más allá de la retórica, para que la propuesta se materialice sería necesario que un número amplio de países se comprometan a aportar tropas, logística, financiación y mando unificado. En la práctica, ese nivel de coordinación internacional es difícil de alcanzar, especialmente cuando se trata de un conflicto tan polarizado.

La realidad es que, aunque algunos gobiernos pueden simpatizar con la causa palestina, pocos estarían dispuestos a involucrar a sus ejércitos en una operación militar sin un mandato claro del Consejo de Seguridad. La probabilidad de construir un bloque militar efectivo bajo las condiciones planteadas por Petro es extremadamente baja.

Riesgos de la iniciativa

El planteamiento del presidente colombiano también abre interrogantes sobre los riesgos de escalada. Una fuerza internacional de carácter ofensivo podría convertirse en un objetivo directo para actores armados, aumentar la intensidad del conflicto y generar responsabilidades difíciles de asumir en caso de daños a civiles.

Además, sin reglas claras sobre el uso de la fuerza, la cadena de mando o los mecanismos de rendición de cuentas, la propuesta podría derivar en un escenario caótico que complique aún más la situación en lugar de aliviarla.

Probabilidades reales de éxito

En términos prácticos, la propuesta de Petro tiene más posibilidades de servir como un mensaje político que como una iniciativa realizable. Lo más factible es que funcione como un llamado de atención, una manera de presionar a la comunidad internacional y de posicionar su voz como líder del sur global frente a la crisis humanitaria en Gaza.

Sin embargo, sin un diseño operativo concreto ni un respaldo diplomático amplio, la idea de un “ejército internacional para Palestina” es difícil de implementar. En el mejor de los casos, podría impulsar nuevas resoluciones de condena, sanciones específicas o el fortalecimiento de misiones humanitarias, pero no un despliegue militar global.

Conclusión

El discurso de Gustavo Petro en la ONU marcó una de sus intervenciones más arriesgadas en la escena internacional. Para algunos, fue un gesto valiente frente a la tragedia humanitaria en Gaza; para otros, una declaración imprudente que bordea el terreno de lo irrealizable.

Más allá de la polémica, su propuesta refleja una estrategia política: sacudir la diplomacia tradicional, abrir el debate sobre los límites de la ONU y ubicar a Colombia en el centro de un discurso global de resistencia. No obstante, sin respaldo jurídico ni logístico, lo más probable es que quede como un pronunciamiento simbólico más que como un plan con opciones reales de materializarse.

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