Asesinato de tres hombres al norte de Popayán: contexto y consecuencias del asesinato de tres hombres
En la madrugada del 14 de septiembre de 2025, Popayán vivió uno de los episodios más trágicos recientes: tres hombres fueron asesinados y otras tres personas resultaron heridas tras un ataque armado al interior de una discoteca ubicada en el barrio La Paz, al norte de la ciudad. Según los reportes oficiales, el hecho se originó en lo que comenzó como una riña —tal vez alimentada por intolerancia y consumo de alcohol— que escaló hasta que uno de los asistentes sacó un arma y disparó contra quienes estaban alrededor, provocando muertes y caos.
Las víctimas fueron identificadas como Daniel Felipe Samboní Valverde, Orlando Iván Cuscué Guascas y Carlos Mauricio Mosquera Vernaza. Este hecho se enmarca en una realidad mucho más amplia de violencia e inseguridad que vive Popayán y el departamento del Cauca. Organizaciones sociales lo catalogaron como la masacre número 58 del país en lo corrido del año, y la quinta ocurrida en el Cauca.
Además, la Defensoría del Pueblo había emitido con anterioridad una Alerta Temprana de Inminencia, en la que advertía sobre el riesgo para las comunidades rurales alrededor de Popayán debido a la expansión del Bloque Occidental comandante “Jacobo Arenas” de las disidencias de las FARC, a través del Frente Jaime Martínez. Este grupo busca controlar corredores estratégicos, ejercer amenazas y generar homicidios, lo que alimenta las condiciones de inseguridad.
¿Cómo afecta esto a Popayán?
- Desconfianza ciudadana y temor colectivo
Estos asesinatos, especialmente los perpetrados en espacios públicos de recreación como bares o discotecas, generan una sensación de inseguridad generalizada. Personas que salen a disfrutar la noche sienten miedo de ser víctimas de violencia. La incertidumbre ante posibles represalias, ajustes de cuenta u otros actos al margen de la ley crea un ambiente de tensión social difícil de soslayar. - Deterioro del espacio urbano y de la convivencia
Cuando los espacios de esparcimiento se tornan escenarios de violencia, disminuye la confianza en las instituciones responsables de garantizar la seguridad. Las zonas afectadas pueden sufrir menor inversión, menor afluencia de público, cierres tempranos de locales, pérdida de empleo en el sector nocturno y una baja en la vida cultural y social. - Impacto psicológico en víctimas, familias y comunidad
Los sobrevivientes, los testigos, e incluso quienes viven cerca del lugar enfrentan traumas, inseguridad personal y duelo. Las familias de las víctimas quedan afectadas no solo emocionalmente, sino muchas veces en lo económico si la víctima era contribuyente del hogar. A nivel comunitario, se refuerzan los estigmas, la sensación de injusticia si no se capturan responsables o si el proceso judicial se percibe lento o ineficiente. - Costo institucional y presión sobre el sistema de justicia
Crímenes de este tipo obligan a movilizar a la policía, fiscales y forenses en investigaciones complejas. Si no hay avances claros, o si los casos quedan impunes, se perpetúa la impunidad. Por otra parte, el Estado local debe responder con políticas de seguridad, posiblemente aumentar presencia policial, inversiones en prevención y programas comunitarios, lo cual conlleva costos. - Violencia como parte de dinámicas ilegales más amplias
Aunque en este caso el origen se plantea como intolerancia, no se descarta la participación de estructuras criminales que operan en el Cauca. La existencia de bandas armadas, disidencias y la competencia por corredores estratégicos —para tráfico de drogas, tráfico de armas y rutas de movilidad ilegal— influyen para que actos violentos aislados puedan formar parte de una espiral mayor. - Desconfianza en la gobernabilidad y deterioro de legitimidad
Cuando los ciudadanos sienten que su seguridad no está garantizada, hay menos confianza en los gobernantes municipales y en la capacidad del Estado para protegerlos. Esto puede traducirse en menor participación ciudadana, menor colaboración con las autoridades, crecientes críticas y protestas, y un escenario donde se normaliza la violencia.
Conclusiones
El asesinato de esas tres personas en Popayán deja claro que los episodios de violencia no son aislados, sino que están arraigados en problemas estructurales: desigualdad, presencia de grupos ilegales, mercado informal de armas, baja efectividad institucional y dinámicas sociales de intolerancia. Para revertirlos, no basta con la reacción policial: se requieren políticas integrales de prevención, apoyo psicosocial, recuperación de espacios públicos seguros, fortalecimiento de la justicia y participación comunitaria.
Popayán no sólo pierde vidas; pierde calidad de vida, confianza y progreso social. Cada muerte revierte avances, siembra miedo y rompe tejido social. La inseguridad, entonces, no es sólo un tema de estadísticas, sino de vidas concretas, de rostros, de sueños truncados. Y mientras no se enfrente seriamente, estos hechos seguirán generando heridas en los barrios, en las familias, en todos.
Generado con ayuda de la IA