En su discurso ante la ONU, el presidente Petro aventuró una idea que no es nueva: “cambiar deuda externa por gastos internos para salvar y recuperar nuestras selvas, bosques y humedales”[i]. Más allá de su (poca) pertinencia en materia ambiental, la propuesta llama la atención sobre un problema central para el desarrollo del país: la deuda.
El pago de la deuda pública es desde hace años el principal renglón del presupuesto general de la nación (PGN). Para 2023 serán 78 billones, cerca del 20% del presupuesto. De ellos, 46 billones son para pagar intereses de la deuda (12% del PGN). El Estado colombiano gasta más en pagar la deuda que en salud, educación, defensa o cualquier otro rubro. Valgan algunos ejemplos para ilustrar. Solo con lo que se paga por intereses en 2022 podrían cubrirse 3 años de todos los subsidios sociales del Estado, 10 años del presupuesto de las universidades públicas o 153 años del Ministerio de Ciencia. Si se dividiera la deuda pública total ($874,88 billones[ii]) entre todos los habitantes de Colombia, a cada uno nos corresponderían 18 millones de pesos: eso es el 75% del PIB per cápita (la riqueza promedio producida al año por cada habitante).
Todos los gobiernos de los últimos 30 años han orientado su política a garantizar recursos para el pago de esa deuda, siguiendo las directrices de organismos multilaterales como el FMI, el Banco Mudial y la OCDE. Lo han hecho mediante reformas tributarias que aumentan la carga fiscal sobre el consumo de los sectores populares y los ingresos de las clases medias, o mediante reducciones al gasto social. La disciplina de la deuda es un gran obstáculo para el desarrollo por dos razones: compromete muchos recursos que no pueden destinarse a inversiones productivas o gasto social, y obliga al Estado a limitar el gasto para no romper la regla fiscal, diseñada para que el capital financiero “pueda continuar extrayendo ganancia financiera del fisco público a pesar de cualquier coyuntura fiscal”[iii]. Además, se trata en un porcentaje creciente de fondos de de capital extranjero que ya poseen el 26,21% de los bonos de deuda interna[iv].
Desde 2021 el FMI ha orientado a Colombia a reducir su déficit fiscal para garantizar que el país siga siendo un “deudor viable”. Tanto el FMI como la OCDE han sugerido ajustes tributarios acogidos por la reforma de Petro, como el aumento a la renta a personas naturales y los impuestos “verdes” y “saludables”, cuyo objetivo es garantizar el recaudo de nuevos recursos para reducir el déficit fiscal y garantizar la deuda pública. Es un círculo vicioso: gran parte de esa deuda se ha originado en el déficit fiscal producto de la estructura tributaria regresiva que otorga enormes gabelas al gran capital y tolera elevados niveles de elusión y evasión.
La tiranía de la deuda es reflejo de un mundo muy desigual en el que la mayoría de los países se encuentran sometidos a las exigencias del capital financiero internacional. Un estudio que consideró 148 países del ‘sur global’ encontró que 135 de ellos (incluida Colombia) están “críticamente endeudados”[v], es decir que el pago de la deuda resulta un serio limitante para su desarrollo. Países de todos los continentes como Sri Lanka, Ucrania, Líbano, Angola o Jamaica han llegado a destinar más del 40% de sus ingresos al servicio de la deuda en los últimos años[vi]. Para el conjunto de América Latina y el Caribe, el servicio de la deuda incrementó un 80% entre 2014 y 2018, mientras el resto del gasto público creció solo un 18%[vii]. Es una deuda en que lugar de reducirse se multiplica, y la pandemia agravó esta situación.
No es casualidad que sean los países más pobres quienes más sufren por el endeudamiento: es la herencia de su origen colonial y su presente neocolonial. En palabras del economista Ilias Alami, estos países “han mantenido una posición subordinada por la debilidad de su acumulación de capital, pero también por la multitud de prácticas y políticas imperialistas aplicadas por parte de las economías capitalistas avanzadas y de sus poderosos agentes e instituciones”[viii]. Es un sistema diseñado para garantizar estabilidad y rentabilidad a los inversionistas de las naciones poderosas a costa de la inestabilidad y el atraso del resto del mundo: “el imperativo de ser ‘deudores viables’ se volvió una prioridad absoluta de la política pública, a expensas de los intereses de los trabajadores, en especial en la política fiscal y monetaria, las tasas de interés, pero también de estándares laborales, ambientales, así como en la estabilidad política”.
El cobro de la deuda fue utilizado por el capital financiero internacional, a través de FMI y entidades afines, para implantar las reformas neoliberales en América Latina desde la década del 80. Bajo el chantaje de la deuda se ha impuesto en Colombia el recorte en el gasto educativo y la adopción de una política económica funcional a las multinacionales y el capital financiero, contraria al desarrollo nacional. No se trata de un tema del pasado: la disciplina del capital financiero se impone con violencia y se paga con hambre. Sus agentes en el FMI lo han recordado recientemente con sus intervenciones en Argentina, Puerto Rico, Haití, Guinea y Egipto[ix].
Sus “recomendaciones” para Colombia no son más benévolas ni mejor intencionadas, responden a los mismos intereses. Por eso nunca será un hecho menor que organismos como el FMI, el BM o la OCDE manifiesten su satisfacción con las políticas y reformas de un gobierno que se dice “del cambio”. El cambio de verdad pasa por cuestionar las relaciones internacionales de sometimiento que tienen a la mayoría de las naciones del mundo bajo el peso de lo que parece una deuda eterna.
[i] https://www.larepublica.co/economia/asi-funciona-el-cambio-de-deuda-por-servicios-ambientales-en-el-que-petro-trabajara-3419880
[ii] https://www.contraloria.gov.co/es/w/deuda-p%C3%BAblica-colombiana-se-increment%C3%B3-en-137-23-billones
[iii] https://revistaizquierda.com/regla-fiscal-asalto-de-la-tecnocracia/
[iv] https://forbes.co/2022/08/30/red-forbes/lo-que-hay-que-saber-sobre-el-reciente-informe-de-tenedores-de-deuda-del-minhacienda/
[v] https://www.think7.org/publication/addressing-the-debt-crisis-in-the-global-south-debt-relief-for-sustainable-recoveries/
[vi] https://www.eurodad.org/outofservice
[vii] Ibíd.
[viii] https://www.academia.edu/39597722/Global_Finance_Capital_and_Third_World_Debt
[ix] Ibíd.
Tomado de la OCE Colombia.